Revelar negativo de color es fácil,
muy fácil. Tan solo hay que comprar cualquier kit de revelado C41
(Tetenal, Fuji, Unicolor, Arista, Rollei) y seguir las instrucciones
AL PIE DE LA LETRA tanto en el momento de la mezcla de los
componentes químicos (que ha de ser muy exacta), como durante el
procesado en sí. La precisión del color de un revelado de negativo
C41 dependen sobre todo de:
- La exactitud de la temperatura del revelador de color. (generalmente 38º con una tolerancia de solo 3 décimas de grado arriba o abajo)
- Una agitación continua y suave. A pesar de que por varios sitios recomiendan agitar de manera intermitente como en los revelados de blanco y negro (por ejemplo, 15 segundos cada minuto o similar), lo mejores resultados se obtienen con una agitación ininterrumpida y no demasiado enérgica.
Pensando en las procesadoras
semiautomáticas (por ejemplo tipo JOBO) me he fabricado un artilugio
tan básico que a duras penas merece el nombre de “procesadora”,
pero que cumple su función con muy buenos resultados.
Se trata de una cubeta con capacidad
suficiente para contener las botellas de quimicos y el tanque de
revelado, en cuyo fondo, para facilitar la rotación de este último,
se han colocado unas pequeñas ruedas de las que venden en las
ferreterías sujetas con cinta adhesiva de doble cara (que aunque
parezca que no, aguanta el agua caliente sin desprenderse ni
moverse).
En el momento previo al revelado se
llena la cubeta de agua a mayor temperatura de la requerida, por
ejemplo 40 grados, y se van dejando atemperar los químicos. Aunque
en la fotografía el termómetro esté tomando la temperatura del
baño, en realidad hay que introducirlo en alguna de las botellas
pues esta es la temperatura que realmente nos interesa controlar.
Sacando o metiendo agua caliente o fria de la cubeta se conseguirá
después de algún tiempo que el revelador esté exactamente a 38
grados. Ese es el momento exacto de comenzar a revelar.
Inmediatamente después de llenar el
tanque con el revelador de color, se coloca éste sobre las ruedas y
con la mano, muy suavemente, se le hace girar varias vueltas hacia un
lado y varias hacia otro, con una cadencia regular y no muy rápida
(como una vuelta cada dos segundo, por ejemplo). Se procederá del
mismo modo con el blanqueador/fijador.
Con este pequeño invento (que a lo
mejor algún día complico con un motor o no) y siguiendo las
instrucciones, los resultados son perfectos, sin alteraciones de
color, desigualdades o manchas.